TRASTORNO BIPOLAR

LA SALUD EMPIEZA EN LA MENTE

 CUADRO CLÍNICO:

El trastorno bipolar tipo I se caracteriza por la presencia de un episodio maníaco, pudiendo o no contarse con el antecedente de un episodio depresivo mayor, el episodio maníaco se caracteriza por la presencia de euforia, desinhibición , ideas delirantes de tipo megalómano, disminución en la necesidad de dormir, búsqueda de actividades placenteras, promiscuidad, verborrea o aumento en la necesidad de hablar, compras excesivas o irritabilidad, esto por un período continuo de una semana por lo menos.   Los pacientes pueden o no tener el antecedente de un episodio depresivo, ya que más de 90% de los pacientes lo presentarán en algún momento de su vida.  El episodio maníaco es lo suficientemente grave como para producir disfunción y en ocasiones requerir internamiento, esto para proteger al paciente o su familia.   Los cuadros que presentan los pacientes son cíclicos, variando su frecuencia dependiendo de cada caso, algunos presentan episodios maníacos únicamente y otros predominantemente episodios depresivos, los episodios mixtos, en los que se presentan a la vez síntomas depresivos y maníacos son poco frecuentes, pero son de gravedad por la dificultad para controlarlos.

El Trastorno bipolar tipo II se caracteriza por la presencia de un episodio depresivo como mínimo y de un episodio hipomaníaco pero no maníaco.   El episodio hipomaníaco incluye síntomas similares al maníaco, pero el paciente no pierde contacto con la realidad ni requiere internamiento.

En la ciclotimia el paciente presenta cambios de ánimo frecuentes, pasando de la hipomanía a la presencia de apatía o desgano sin que se reúnan criterios para un trastorno depresivo mayor.


CAUSAS


El trastorno bipolar, al igual que los demás trastornos afectivos es de origen desconocido, se sabe que los pacientes presentan fluctuaciones impredecibles en la función de algunos neurotransmisores como la dopamina, noradrenalina, adrenalina y serotonina, los factores genéticos son determinantes y los factores de origen psicológico funcionan como desencadenantes de un cuadro que quizá de cualquier manera se presentaría.   Es evidente que la historia de pérdidas en estos pacientes es más frecuente y severa que en el resto de la población, pero los estudios en gemelos monocigotos demuestran una clara tendencia genética a presentar la enfermedad.

DIAGNÓSTICO

Como en la mayoría de las enfermedades mentales el diagnóstico es clínico, los criterios de los diversos manuales tienen validez estadística, por lo que en manos expertas, la certeza diagnóstica es alta.  Hasta el momento actual no existen marcadores biológicos que den certeza en el diagnóstico, no existe alguna prueba de laboratorio o gabinete que permita un diagnóstico preciso.


CURSO Y PRONÓSTICO

El trastorno bipolar es un trastorno de tipo crónico, por lo que requiere tratamiento tanto farmacológico como psicoterapéutico de manera indefinida.  Cuando el paciente recibe tratamiento, la frecuencia e intensidad de las recaídas disminuye de manera importante.  La principal causa de recaídas es el abandono del tratamiento.  Los pacientes bajo control médico pueden llevar una vida prácticamente normal, ya que bajo supervisión es factible prevenir recidivas y limitar las secuelas de la enfermedad.

 

TRATAMIENTO:


El tratamiento del trastorno bipolar se realiza con un grupo de medicamentos llamados estabilizadores del estado de ánimo entre los que se encuentran el Carbonato de Litio, algunos anticonvulsivantes como La carbamazepina, el valproato de sodio y la lamotrigina, también se utilizan neurolépticos de nueva generación o atípicos y en ocasiones antidepresivos, como coadyuvantes de la terapia con estabilizadores del ánimo se pueden utilizar hormonas tiroideas o estimulantes.   La terapia electroconvulsiva queda reservada para aquellos casos en que el tratamiento farmacológico no da buenos resultados o para pacientes en riesgo de inminencia suicida.   El tratamiento se divide en dos partes: el tratamiento de la fase aguda y el de tipo profiláctico, que se administra cuando el paciente se encuentra asintomático para con ello prevenir recaídas.   El tratamiento profiláctico debe administrarse de manera indefinida, esto ante la certeza de recaídas en caso de no ser así.

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